A veces no nos dejan entrar.
Otras veces sí, pero nos lo ponen tan complicado que parece que no quieren que entremos de verdad.
Y otras… simplemente no queremos depender de cada puñetera API de cada puñetera herramienta, con sus claves, límites, condiciones y el botón de “espera a que validemos tu caso”.
¿Te suena?
A mí también. Por eso, hoy comparto algo que me habría encantado descubrir mucho, mucho antes.
Una URL. Nada más. Nada menos.
¿Para qué sirve?
Para centralizar. Para evitar que cada integración sea un drama. Para tener acceso directo y simple a un montón de endpoints que normalmente requieren registro, validación, paciencia (y a veces hasta fe).
Y ojo, esto no es solo para frikis del backend. Si estás en marketing digital y andas jugando al enredos con Make, Zapier o n8n, esto te va a sonar a salvavidas.
En proyectos propios, me ha venido de lujo para:
Testear ideas rápido sin andar persiguiendo permisos.
Evitar límites absurdos mientras pruebo funcionalidades.
Mantener todo en un único entorno sin volverte loco con dependencias dispersas.
Probar servicios sin comprometer la arquitectura definitiva.
No abrir 20 cuentas distintas en herramientas que quizá no vuelva a usar.
Y una cosa para mí SIEMPRE importante: es PAY-As-You-Go.
OK, ¿qué tiene AIMLAPI bajo el capó?
- +200 modelos listos para usar (GPT-4o, Claude 4 Opus, Gemini 2.5 Flash y compañía).
- Multi-modal de verdad: texto, imagen, audio, vídeo, OCR, 3D… si existe, probablemente esté.
- Endpoint “drop-in” compatible con el SDK de OpenAI: cambias la base_url, pones tu key y a correr.
- 99% de uptime y latencia baja gracias a infraestructura serverless y escalabilidad sin topes raros.
- Playground sandbox para trastear antes de tocar tu código (o quemar tokens).
¿Es la única solución?
No. Tienes a su primo con esteroides… o eso dicen. Aquí.
¿Es magia?
Tampoco.
¿Es útil?
Bastante.
Así que si estás cansado de mendigar tokens, de lidiar con documentación innecesariamente críptica o simplemente quieres tener un plan B siempre listo, guárdate esta URL. Pruébala. Y si te resuelve algún marrón, ya sabes a quién darle las gracias; o al menos, un reply (:
Y tú, ¿con cuál has trabajado?
Te leo.
Ángel C. Idáñez